Recuerdos del Capitán


Ya tiene tiempo que empezamos a andar en esto. Recuerdo cuando Julián me invitó a la fiesta de Lupe, la güera de los ojos verdes y azules, hija de don Natividad, el del cerro. Pero nunca que fuimos a la fiesta, nos pasamos derechito, dejando los cerros, y aquí estamos desde entonces con ustedes.

Me contó que él día de la feria de San Martín, escuchó el pleito que se armó en la cafetería de la esquina del parque, la del gordo que es de Santiago Tuxtla, no me acuerdo como se llama, pero lo escuchó… ese día el pendejo de Rubén Arbustos me aventó un pañuelo a la cara. Habíamos estado bebiendo los maestros de la escuela, un chamaco de segundo había ganado un concurso de declamación estatal, el gobernador lo había felicitado, y como nos sentíamos orgullosos estábamos celebrando.

La bronca empezó porque Rubén era el padre del niño y no le gustó que su hijo declamara. La poesía no era para hombres, decía. Yo le dije que él no era más hombre por no declamar, que ahí estaba para demostrarlo La sangre se le subió a la cara y nos liamos a golpes. En poco tiempo yo estaba en el suelo, sujetado de los brazos por los policías de la presidencia que lo escoltaban; hay que ver como se para un hombre frente a otro cuando de humillar se trata. Dijo que jamás permitiría que su hijo saliera como los del cerro, esos niños tenían nubes en sus cabezas. Me sacaron a patadas y después de un rato me dejaron en paz, todo golpeado de la cara, me dolían las costillas y la quijada, apreté mucho los dientes ese día.

Allí me encontró Julián, me llevó para mi casa, que entonces estaba a media cuadra del parque, del lado de la iglesia, rumbo al río. Nos tomamos medio tequila y después me trajo hasta acá, no sentí el camino, hasta que salió el sol me di cuenta donde andaba, y aquí estamos desde entonces con ustedes.

Gersom Mercado Chan, El Cuexcomate, 24 de diciembre de 2007

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