Desde mi esquina
Desde mi esquina te pienso, estrechando los dedos, tocando las llamas, así, despacio, como esperando respuesta. Aprieto los puños para no caer. Desvalido, sin sueños, pero aquí estoy quemando la carne, cerrando los ojos. Hundiendo el nudillo entre vísceras, entre dientes, entre fierros de huesos hasta el final inevitable: caes tú o caigo yo. Tú sabes lo que he perdido: un tiempo, un instante, quizás un amor. Pero yo no me dejo. Ya habrá tiempo para lo demás. Hoy no tengo que perder. Y estoy aquí, sudando sueños, mirando el cinturón. Puede que mañana ya no exista un regreso. Hoy voy a derretir mi piel.